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Gravity Falls F.d.V.:Un Misterio mal Guardado. 12

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Para algunos el verano no es la época para disfrutar, pero para otras personas esos meses significan mucho más. Un punto en la vida donde se marca un hasta aquí, y sabes que ya la vida no será igual, que nada será igual. Mas en ese aparentemente aburrido y normal pueblo de Oregón llamado Gravity Falls.

Una nueva entrega. De nuevo me aparto de los personajes principales. El verdadero secreto de los Pines ha sido descubierto, y por nada menos que el personal de los Noroeste, pero que harán con ese secreto de más de 30 años? Espero te guste este capítulo y el próximo miércoles (4 de Octubre  de 2017), si todo sale bien, publicare el siguiente capítulo. De nuevo esta historia, aunque sea por capítulos, puede leerse en forma independiente. Aunque forma parte de la misma línea narrativa o universo ficticio, así que me gustaría que ojearan el resto de mis historias.

Este es mi quinto Fic., gracias a todos los que me han leído y sus críticas, espero estar a la altura con esta nueva entrega.

Espero disfrutes tanto al leerlo como yo al escribirlo. Gracias!

He dejado uno pocos huevos de pascua, como siempre. Espero que les guste buscarlos.

Créditos al final

Gravity Falls Final del Verano: Un Misterio mal Guardado.

    12. Bosque.

 

Era el final de la tarde más extraña y atemorizante que Jason Ritter, mayordomo de la Familia Noroeste, había pasado. Y eso que, como no dejaba de recordase una y otra vez, había crecido en la parte más… pintoresca de Los Angeles. Lo que había empezado como una, casi, rutinaria operación de vigilancia y protección, ser un guardaespaldas encubierto de la Señorita, además de indagar sobre la familia del posible interés amoroso de ella, Dipper Pines. Lo había llevado a descubrir una conspiración de al menos 30 años, donde un científico prominente, posiblemente paranoico, y su hermano, un criminal convicto, estaban enredados con lo que parecía ser un manipulador gravitacional, no sabía de qué otra forma llamarlo. Un arma que el mismo Ritter no podía comparar con ninguna otra, que supiera o que pudiera imaginar.

Por mucho la ciencia ficción o las películas de espías no eran sus géneros favoritos y menos aun se sentía un agente ‘00’. Con licencia para matar, que pudiera detener al villanesco científico loco de turno, salvar al mundo y de paso quedarse con la chica. De hecho con gusto cambiaria todos los artefactos de uno de esos héroes de película por el más simple y básico teléfono móvil con cobertura. Si de algo estaba seguro era que no quería estar ahí, entre el suelo y el piso de la cabaña que serbia de fachada a los hermanos Pines, y su… diabólico aparato. Incluso ya estaba hablando como un héroe de película. Aunque creía de verdad que, en el peor de los casos, ese artefacto dejaba obsoleto a todo el arsenal nuclear del mundo.

Lamentablemente, al ser especialista en seguridad, le habían enseñado a pensar en el peor escenario posible. Eso podía significar que toda la cabaña, agentes gubernamentales, vehículos helicópteros y medio bosque, junto con Jason Ritter salieran dispararos hasta perderse en el azul del cielo, o si podían controlar la gravedad en ambos sentidos, ser aplastados por su propio peso al aumentar la fuerza gravitacional del área. Había descubierto la conspiración entre los hermanos Pines gracias a un simple golpe de suerte, hasta el momento no sabía si buena o mala suerte. Luego de completar la misión de guardaespaldas de la Señorita. Poco después de que pasaran a recogerla otros miembros del personal de la mansión, vio como el sujeto que tenía que investigar, Stan Pines, el tío abuelo de Dipper Pines. Escapaba de custodia gubernamental y de paso distraía a los agentes con una persecución falsa, en una forma que no pudo más que admirar. Dejándole el camino libre para volver a lo que, ahora, parecía ser el laboratorio del científico malvado, también conocido como la Cabaña del Misterio, una trampa para turistas de segunda, regentada por el mismo anciano Pines.

Siguiendo a ese Pines había entrado en la cabaña y encontrando el expediente oficial de Stanford Pines, donde descubrió que el Stan Pines que había estado siguiendo, el que había sido dueño de la Cabaña y había vivido en el valle los últimos 30 años, no era el verdadero  Stanford Pines. Sino su hermano Stanley, supuestamente muerto desde hacia treinta años. Stanford había sido un científico más que notable. Adelantado por mucho a su época, que había terminado paranoico. Stanley Pines era un estafador con un expediente criminal más pesado que un mal matrimonio. Lo cual junto con los ‘hipos’ que había estado dando el valle durante todo el día, más seriamente hablando anomalías gravitacionales. Daban como resultado un escenario verdaderamente apocalíptico. Ahora su única salida era alertar a los agentes de la existencia del gemelo y de la conspiración.  Aun no sabía que había pasado con el Stanford original, pero ya fuera con su ayuda o por su cuenta Stanley había logrado activar ese manipulador gravitacional y el mismo había visto que tanta destrucción podía causar.

Empezó a deslizarse con codos y rodillas para salir de su escondite llevando un casco en las manos mientras oía a los agentes entrar en tropel al edificio. Era un contingente de agentes de operaciones especiales, la mayoría en uniforme, justo como el que había conseguido. Y dos agentes de operaciones oscuras del gobierno, con el famoso traje negro, uno mayor y de bigote, al parecer el jefe de la operación, a quien bautizo como Mostacho, y otro, más joven quien bautizo como Barbilla. Mientras esperaba la oportunidad para salir de debajo del piso sin levantar sospechas. Le pareció oír a barbilla salir de la cabaña e intercambiar unas palabras con Mostacho. No pudo oír mucho, pero lo que logro oír fueron las palabras ‘puerta’ y ‘escondida’ de parte de Barbilla y a Mostacho responder con ‘llamar’ y ‘Washington’.

Era algo tarde para salir sin llamar la atención, así que para saber mejor que pasaba se puso el auricular, para estar al tanto de los agentes, para luego moverse lo más rápido que pudo hacia afuera. Estaba cerca de una de las esquinas del edificio, justo podía ver a los dos Hombres de negro. Mostacho se preparaba para hacer la llamada a Washington. Intento a apresurarse  para evitar que cometiera ese error, lo menos que ocupaban ahora era que el gobierno interviniera con todo su peso, alertando a Pines o, peor aún, asustándolo y provocar que usara su artefacto. En su prisa se trabo el casco en alguna cosa, trato de soltarlo. Cuando el miedo lo petrifico. Sintió como la tierra se estremecía ligeramente.

Pensó que Pines iba a empezar a defenderse, usando ese aparato gravitacional. Primero fue un estremecimiento en el suelo, supo que lo siguiente seria salir volando con todo y cabaña o ser aplastado. Casi se hizo en los pantalones. Cuando, de repente, un zumbido como una retroalimentación le llego por el auricular el intercomunicador haciéndolo gritar. Justo en ese momento vio como todos agentes reaccionaban de la misma forma justo antes de…     

Se dio cuenta que tenia calor,  de hecho estaba sudando. Se sentía incomodo le pareció recordar que por alguna razón se había puesto un uniforme de operaciones especiales de una pieza sobre su ropa. Pensó que era de noche. Estaba oscuro como en el atardecer o seria el amanecer? Porque estaba pecho a tierra? Olía a moho, a humedad, debía ponerse a cubierto, estaba incomodo, pero algo le decía que estaba en peligro. Debía ponerse a cubierto rápido, todos sus instintos le decían que estaba en peligro. Y así lo hizo levantando su pecho con los brazos y en un movimiento como de danza logro mover sus pies hacia adelante, para tener apoyo. Sin levantar la cabeza más de 10 cm, primero debía cambiar su posición a cuclillas en un solo movimiento rápido, una maniobra básica para una persona entrenada. Siempre y cuando no hubiera olvidado que estaba acostado entre el piso y el suelo de una cabaña, un espacio de no más de 90 cm.

Ritter media 1,85m, desde tiempos en la Escuela había tomado por costumbre correr 10 kilómetros todos los días y tres días a la semana practicaba Sambo, la técnica Rusa de pelea sin armas, ya fuera solo, con el señor Kimble o con los chicos de seguridad por una o dos horas, por lo tanto estaba en mas que buena forma, pero de la que valía, no era híper musculado como un fisicoculturista, más bien tenía el cuerpo de un nadador o de un corredor, piernas que podían soportar tanto una carrera de 20 kilómetros como un Sprint de 200 metros y una espalda que podía soportar el peso que le ponía a sus golpes. Un físico que se enorgullecía de cultivar, idóneo para la defensa y protección. Pero con ese movimiento su cabeza impacto con una fuerza demoledora contra el piso de madera.

Lo primero que sintió fue el dolor del golpe, además del mareo y que las cosas perdieran definición, sintió como los pequeños hilos de sangre empezaban a correr por un lado de su cara, mientras su mente bordeaba la inconsciencia. A lo lejos podía oír, no sabía de dónde, los murmullos de varias personas. El reflejo de encontrar lugar del golpe en su cabeza hizo que sus dedos se enredaran en el auricular, lo que se lo saco de la oreja dándole un silencio que disfruto entre el intenso dolor al encontrar la parte herida con sus dedos. Se dio cuenta que estaba debajo de algo un piso o una caja o lo que fuera. Intento moverse pero no tenía mucho control solo podía ver hacia afuera, hacia la luz.

Habia dos hombres en traje y varios en uniforme, algunos uniformes eran como el que llevaba puesto, por un momento pensó que estaba con ellos, pero algo le dijo que él se ocultaba ahí, no pudo saber si de ellos, pero no se movió, al ver a los hombres de traje los recordó Mostacho y Barbilla, todos los presentes le ponían atención a alguien más, pero estaba demasiado confundido para notar más que eso. El descomido grito algo y de repente Mostacho ordeno alguna cosa e hizo unas señas. El junto a barbilla se fueron a uno de los autos, mientras los demás hombres se montaban en otros vehículos y helicópteros. Pensó en salir de su escondite para acompañarlos, pero se detuvo, el se escondía de ellos. Fue entonces como poco a poco la oscuridad que lo rodeaba fue consumiendo la luz de afuera, las voces empezaron a oírse graciosas, sabía que  estaba a punto de perder el conocimiento, pero no podía hacer nada para evitarlo…

Volvió en sí, no sabía cuanto tiempo había pasado, por lo que pudo notar aun había casi la misma luz que antes, así que no debía haber pasado mucho tiempo, escucho voces, adultos y algunas algo más agudas… mujeres? …no  niños. Dos un niño y una niña junto a… dos… no tres adultos, dos voces  de ancianos y otra más joven. La voz de uno de los ansíanos era del que había hablado con Mostacho y Barbilla antes de que se fueran… las voces y los ruidos, las imágenes empezaron a mezclarse en su mente y de nuevo quedo inconsciente.

Se despertó de nuevo, seguía con calor, con más calor, seguía en ese lugar, estaba escondido y sabía que necesitaba ayuda. No lo encontrarían, debía salir de ahí, toco su cara sintió la sangre seca pero también sangre tibia y fresca, no podía quedarse ahí, sabía que necesita ayuda. Su piel picaba bajo la sangre en una línea se rasco sintió como si algo se despegara algo suave como piel, no, no era piel era látex, recordó que se disfrazaba, no supo porque lo hacía, pero se disfrazaba. Se había quitado una tira de látex, si una cicatriz falsa, no importaba ahora, ahora ocupaba ayuda. Necesitaba ayuda. Necesitaba ayuda, había aprendido eso, lo tenía tatuado con fuego desde hacia tiempo, pero no recordaba donde lo había aprendido.

Si estabas hedido ocupas ayuda, si sientes que te desmayas debes esforzarte, concentrarte en permanecer despierto. Aférrate a algo, a lo que fuera, pero no debes de dormir. Pensando en eso puso un brazo frente al otro e impulsándose unos centímetros hacia afuera, el aire estaba viciado olía a sudor, a sangre, a moho y a suciedad, pero no a orines o eses sabía que eso era bueno, pero no sabía por qué. Y aun estaba oscuro y sentía calor. Sudaba. Debía salir de ahí, se repetía. Salir de aquí, buscar ayuda, seguir adelante, no dormir. Logro moverse otros 20 cm hacia la salida, empezó a dolerle la cabeza, pero era bueno el dolor lo mantenida consiente, debía salir de ahí.

Se arrastraba, no sabía si había vuelto a desmayarse, pero seguía moviéndose. Aunque lento, muy lento y la cabeza le dolía. De repente una bocanada de aire, frio, fresco. Le lleno los pulmones, recorrió la piel de la cara, había salido, pero no debía parar, debía buscar ayuda. Estaba herido y ocupaba ayuda. Se apoyo en una pared, usando toda su fuerza pudo ponerse de pie. Estaba frente a una casa eso era bueno, una casa era gente y la gente era ayuda. En una casa podía encontrar ayuda. Ya de pie vio la casa. Iba a gritar a pedir ayuda.  Ocupaba ayuda lo sabía. El grito se le congelo antes de salir de su boca al ver la casa. Ocupaba ayuda, pero esa casa le daba miedo, era algo más fuerte que la necesidad de ayuda. La cabaña estaba destrozada, pero oía ruidos de gente hablando. Debía tener cuidado, sentía que había algo malo con en esa casa. Ahora estaba de pie.

Tropezando se alejo de la casa, camino hacia el boque, estaba cerca. Intento recordar donde estaba… en el valle, no recordaba el nombre y al pensar en eso le dolió mas la cabeza, no podía ver por un ojo estaba cubierto de sangre, al pararse sangro mas, sangrar era malo.  Se toco la cara la sangre le cubría media cara, la sangre estaba en parte seca, en parte liquida y tibia. Recordó que el valle tenía un pueblo, gente, ayuda. Empezó a caminar, dándole la espalda a la cabaña que le daba miedo.

Los pasos eran difíciles intentaba no caer pero era difícil. Llego al bosque deba seguir en línea recta, eso lo sabía, pero había muchas líneas rectas, se fue apoyando de árbol en árbol tropezando con raíces y arbustos. Algo lo molestaba, lo frenaba, golpeaba al pasar por los arboles se enredaba en los arbustos, miro su mano. Que hacia llevando un casco? No lo sabía, no lo ocupaba, lo tiro entre el boque, pero no lo escucho caer. Pudo ver un reflejo en el cielo. Lo noto entre los árboles, cuando paso por un claro. El reflejo era bueno, el reflejo era luz y luz en la noche era gente. Ocupaba ayuda, gente que lo ayudara, ocupaba que lo ayudaran, el… quien era.  Militar, su uniforme lo era, aunque se sentía incomodo y con calor mucho calor, se sentía pesado, llevaba un chaleco ancho, si un chaleco antibalas. Pesado, muy pesado e incomodo lo desabrocho, dejo que cayera al suelo con un sonido sordo. También tenía un cinturón le incomodaba, y no creía ocupar uno, lo soltó y cayo como el chaleco.

Vio el cierre y lo bajo traía mas ropa abajo del uniforme. Eso era mucha ropa, mucha ropa era más calor. Sosteniéndose en los arboles se empezó a quitar el uniforme,  primero las protectores de codos, fue fácil mientras pudiera sostenerse de un árbol. Luego las rodilleras empezó a bajase una,  pero sintió como perdía el equilibrio, afortunadamente logro llegar al siguiente árbol, notó que no eran de las elásticas sintió el material como se unía por detrás. Así era más fácil solo zafo los lados como un sonido de rasgado y cayo la primera. Después, en algún otro árbol, quedo la segunda. Empezó a sacar los brazos del uniforme, saco uno pero el segundo costó más, perdió el agarre y cayo, sin saber cómo logro sostenerse del árbol. Pero no tuvo fuerzas y acabo sentado. Pero así se pudo quitar más fácil el uniforme, eso le hizo sentir mejor, menos calor, el aire de la noche lo refrescaba. Su cuerpo estaba sudoroso, antes de tirarlo reviso el uniforme no olía ni a orina ni a eses, eso era bueno lo sabía, pero no sabía por qué.  Debía continuar caminando. Rumbo a la luz, a la gente.

Sin el uniforme tenía menos calor, pero aun así lo se sentía caliente, sentía su cuerpo sudoroso. Poco a poco el bosque se fue aclarando, había menos arboles donde apoyarse, pero también menos raíces con que tropezar, distinguió las primeras casas, estaba en un pueblo. Las casas eran buenas, esas no daban miedo. Grito, o eso quiso, pero su voz no salía. Estaba mal, necesitaba ayuda, aunque no oliera a orines o a eses estaba mal. Llego a la calle era bueno, podía encontrar algún auto, alguna ayuda. Estaba en el pueblo pudo ver la calle, los postes de alumbrado. Estaba en una acera. Ayuda aun ocupaba ayud… Escucho un gripo era alguien, lo habían visto se asusto pero no, era bueno que lo vieran, ocupaba que lo vieran, que lo ayudaran. Su resistencia cedió y empezó a caer, estaba inconsciente antes de tocar el piso.

Se empezó a formar un grupo de curiosos alrededor de él, ese día había sido todo un caos para ese pequeño pueblo, no era la primera persona que ocupaba ayuda, pronto el hospital recibió varias llamadas de urgencia del mismo lugar y despacho una unidad de rescate. Hacía algunas horas que lo peor de la crisis, que había destrozado el pueblo, había pasado y ya no estaban en alerta roja, habían bajado a amarilla.

Salió de la inconsciencia para quedar deslumbrado. Alguien le abría los parpados y le alumbraba los ojos cegándolo.

-“Tranquilo vas a estar bien sigue así, has aguantado mucho.” Dijo alguien en tono neutro y rápido, mientras sentía la luz en su otro ojo. Estaba inmovilizado algo mantenía su cuello inmóvil algo duro rodeaba su cuello, sus brazos estaba sujetos al igual que sus piernas. “Pupilas dilatadas posible trauma encefálico.” Oía murmullos. Gente, lo estaban ayudando, lo había conseguido. Sintió como se elevaba y se movía. Lo metieron en una caja grande… una caja no, una ambulancia, olía a desinfectante a limpio y a sangre. Quien le había hablado seguía con él y le pincho el brazo.

“Posible deshidratación.” Continúo la voz. “No hay rastros de orina o eses. Pero tiene todos los demás síntomas de una conmoción cerebral. Que lo esperen en emergencias y en rayos. Y que alguien revise si el doctor Foreman aun no se ha ido, podríamos necesitarlo.” Al fin lo había logrado había encontrado ayuda ya podía dormir, como deseaba dormir. La voz que lo ayudaba le gusto, y se sentía a salvo, a salvo de lo que fuera que había en el bosque, a salvo de esa cabaña que le daba miedo.

-“El paciente está de nuevo inconsciente pupilas dilatadas, trauma craneal y hemorragia moderada en el cuero cabelludo. Vamos aprisa.” Decía la paramédica mientras tomaba el pulso y la presión. “Pulso y presión descendiendo. Diles que alisten una unidad de O-, le revisé la ropa no tiene identificación, billetera, brazalete, nada. Lo tomare como un John Doe. Parece joven, pero aun así anótenlo como posible diabético, también indica que tiene los labios partidos, posible deshidratado le aplico una unidad de solución salina.” Decía al parecer a nadie, mientras se encargaba de limpiar la sangre de su cabeza, mientras el chofer se comunicaba con radio con el hospital. Eran pocos los casos no identificados en un pueblo chico como Gravity Falls, la paramédica no recordaba la última vez que había atendido a un ‘John Doe’. Pero el día había sido muy ocupado con todos esos ‘hipos’ que había afectado al pueblo, aunque habían pasado horas desde el ultimo, y la sangre que limpiaba de este John Doe estaba coagulada y seca en algunos lugares, la sangre fresca, que había formado un pequeño charco en la acera, se había producido por el movimiento. Supuso que este John Doe había estado en el bosque mientras la tierra tenía un ‘hipo’. Habría caído mal o flotado y se había dado ese fuerte golpe en la cabeza y de alguna forma había logrado llegar al pueblo.

La sirena se silencio de repente, indicando que estaban a punto de llegar al hospital. La ambulancia freno, frenando frente a emergencias. Apenas dándole tiempo a detenerse un grupo de especialistas sacaron a ese John Doe de la ambulancia. Iniciaron con la transfusión de sangre y las demás pruebas de rigor, mientras lo llenaban a rayos X. Ella, como paramédico lo acompaño, repitiendo sus conclusiones al médico a cargo, hasta que le pidieron irse cuando el paciente entraba en la sala de rayos X. Muchas cosas pasaban por la su cabeza, si bien había atendido a este paciente,  por decirlo así el solo le había abierto la perta del hospital. De alguna forma las ganas de mantenerse vivo lo habían logrado llevar hasta el pueblo, luego de sufrir un golpe severo, lo imaginaba caminado semiinconsciente por el bosque desangrándose, no sabía por cuánto tiempo. Además llegar al pueblo en ese estado era en si un milagro… no un milagro era casualidad, eso fue pura y simple fuerza de voluntad, ganas de vivir mas allá de lo imaginable. A veces incluso un profesional como ella, se sorprendía de lo fuerte que podía llegar a ser un ser humano. Tomo nota mental de revisar mas tarde el estado de este John Doe. Tal vez lograra saber su nombre una vez que lo estabilizaran y que recuperara la consciencia.

Algún tiempo después una camioneta se estaciono un poco lejos del hospital, Kimble vestido de civil bajo de ella, caminado lo más rápido que podía sin llamar mucho la atención se dirigió a la puerta principal del hospital, más concretamente al puesto de información. Al desaparecer Ritter y más aun al no encontrar la señal de localización de su teléfono móvil, se había preocupado. Conociendo a Ritter era capaz de aparecer en cualquier momento. Pero el protocolo era estricto, al estar en una misión debía de comunicarse cada 4 horas, y hacia casi el doble de ese tiempo que no tenía noticias suyas. Extrañamente la última llamada de Ritter, fue pocos minutos antes de la última de las anomalías gravitacionales y la partida de los agentes del gobierno. Al no soportar más la angustia por su pupilo, Kimble había decidido, aunque sin mucha esperanza ir a buscarlo. Afortunadamente por los sucesos del día el canal de emergencias transmitía continuamente los números tanto para emergencias como para información.

Kimble había llamado a información donde amablemente le dijeron que no tenían a nadie con la descripción de Ritter en su sistema, pero que también por la saturación del trabajo del día, cientos de heridos leves, muchos afectados no se habían registrado aun y por ser un pueblo donde se podía conocer de vista a todos, era muy posible que no le tuvieran el cuidado que deberían a ingresar los datos.

Repitió la llamada alterando la voz y el acento para poder preguntar por el mismo Ritter, pero llamándolo Johnny y dando la descripción de Ritter en su personificación de motociclista con cicatriz incluida. Recibiendo el mismo trato amable, las mismas respuestas y el mismo comentario, pero esta vez con la sugerencia que posiblemente el hospital tuviera más información acerca de ese tal Johnny. Y más preocupado de lo que aparentaba había tomado la camioneta para jardinería de la mansión, que intencionalmente no tenía ninguna marca distintiva y casi a media noche se dirigió a buscarlo.

-“Disculpe.” Dijo Kimble usando su tono normal de voz. “Me refirieron aquí desde el numero de información, busco a un joven…” empezó Kimble a describir a Ritter con todo el detalle que pudo. Pero pasando por alto la cicatriz pues si Ritter había ocupado ser llevado al hospital se habría quitado el disfraz.

-“Vaya día no? que tal la pasaron aquí?” Comentaba la paramédica con el otro secretario, mientras terminaba de llenar alguna clase de formulario.

-“Desde la epidemia de intoxicación con mermelada del 99 no había visto tanto trabajo, y como les fue a ustedes en la calle.”

-“Afortunadamente nada demasiado grave, al menos en mi caso no se los demás... Pero bien ya acabo mi turno y el extra. Además parece que ya se tranquilizo todo no ha vuelto a haber levitaciones extrañas, o sí?

-“No desde hace varias horas, aunque aun aparecen algunos casos de alguna quebradura o esquince que pensaron que era un golpe. Lo usual, alguna gente se auto diagnostica y cuando ven que se pone feo corren al hospital…”

-“Si además tiene varios tatuajes en los hombros la espalda y lo antebrazos.” Decía Kimble al secretario de al lado. Algo en el acento Inglés atrajo la atención de la paramédica. “Si mal no recuerdo los más notables son una carta una reina de diamante en el izquierdo y de un as de Picas en el derecho.”

-“Alguna otra seña que recuerde?”

-“Si tiene la bandera americana en la parte superior derecha de la espalda y la…”

-”La bandera inglesa en el lado izquierdo?” Interrumpió la paramédica.

-“Exacto, además de otras filigranas en los brazos.” Acoto Kimble.

-“Creo que es el John Doe, de mi última salida.” Agrego la joven.

-“Usted atendió a Johnny.”

-“No sabría con certeza, pero según dice es lo más posible incluso me pareció poco habitual usar un 21 de diamantes y picas.”

-“En verdad, eso muy normal de Johnny… es muy original en sus gustos.”

-“Al parecer tiene razón. Es el único no identificado en el hospital y además concuerda con la descripción.” Agrego el secretario. “Por favor espere aquí mientras me comunico con el doctor encargado del caso.” Le dijo a Kimble, mientras hacia una llamada telefónica. “Si lo desea tome asiento, el doctor lo atenderá en unos minutos”

-“Así que ese John Doe en verdad se llama John, que coincidencia.” Comento la paramédica.

-“Perdone le acoto Kimble.” Mientras evaluaba las ventajas y desventajas de conversar con la joven.

-“A puede que sea porque usted es extranjero, o así me parece su acento.” Le dijo acompañándolo a un sofá. “John Doe es un nombre que usamos cuando tenemos un paciente sin identificar. Así es más fácil al momento de atenderlo.”

-“O cierto creo que lo habré oído en la televisión o el cine y tiene razón soy inglés, pero Johnny en verdad se llama Jason, no John.” Kimble pensaba que o bien la chica estaba siendo simpática o había malas noticias acerca de Ritter.

-“Lo suficientemente cerca, aun así es una interesante coincidencia.” Dijo la joven sonriente, Kimble pensó que no estaba tratando de mantenerlo calmado así que se atrevió a preguntar.

-“Y como encontraron a Jason, me parece increíblemente descuidado salir sin identificación.” Dijo sabiendo muy bien que ese era lo normal, cuando Ritter tenía que hacer ese tipo de encargos.

-“Bien no debería decir nada, es responsabilidad del médico a cargo. Pero su amigo Jason tiene suerte, el Doctor Foreman, lleva su caso y es el mejor especialista en neurología que témenos.

-“Entonces necesito la intervención de un neurólogo?” Dijo a medias preocupado pero exagerando su reacción.

-“Extraoficialmente, señor…”

-“A disculpe, estoy algo nervioso, así que olvide mis modales. Me llamo Kimble, Jonathan Kimble un placer señorita…”

-“Encantada señor Kimble, yo soy Linda Cardellini.”

-“El placer es mío señorita Cardellini.”

-“Como le decía señor Kimble, encontramos su amigo Jason inconsciente con un golpe en la cabeza. Cuando llegue donde estaba parecía haber salido del bosque y estaba semiinconsciente, podía significar muchas cosas malas, así que como el doctor Foreman es nuestro especialista y estaba de turno, lo atendió.” Luego en tono más bajo agrego. “Pero no creo que deba preocuparse.” Al oír esto Kimble se tranquilizo, no solo por la salud de Ritter, sino porque la señorita no había mencionado nada acerca de su disfraz, aunque ya tenía lista una escusa creíble para que llevara una cicatriz falsa, siempre era mejor no tener que usarla.

En eso un doctor de piel negra alto y joven entro en el área de recepción.

“A ese es el doctor Foreman.” Comento Linda mientras el doctor se acercaba.

El doctor se presento y luego condujo a Kimble al cuarto de observación en emergencias donde descansaba Ritter. Para que hiciera la identificación oficial. Además preguntarle un poco la historia clínica del mismo. Mientras un poco apartada, pero aun pendiente Linda los acompañaba.

Luego de hablar con el doctor sobre el caso de Ritter. Y oír de sus propios labios como  Ritter había tenido una conmoción cerebral y una deshidratación, que califico a ambas de leves, y afortunadamente había recibido el tratamiento a tiempo, ahora lo único que restaba era dejarlo en observación por unos días para estar seguros. Ya cumplido ese deber el doctor se despidió de Kimble y de Linda. Dejándolos en la recepción de emergencias para, posiblemente, continuar con su turno.

-“Entonces creo que debo darle las gracias señorita.” Dijo Kimble, mientras ambos caminaban por los pasillos del hospital hacia la salida. “De no ser por su oportuna ayuda, no sé que habrá pasado con Jason.”

-“No merezco todo el crédito, yo solo le di primeros auxilios y lo traje aquí, él fue el que camino no se cuanto tiempo con una conmoción cerebral y deshidratado por el bosque.”

-“Si algo tiene Jason, además de ser necio, es ese gusto por estar vivo, posiblemente eso le ayudo.” Dijo Kimble sonriendo por primera vez. “Pero el mismo doctor lo dijo, llego justo a tiempo al hospital y eso fue gracias a usted señorita Cardellini.” Dijo con una leve inclinación de  cabeza ya en la puerta de salida. “Cualquier cosa que pueda hacer por usted solo pídala.”

-“No se preocupe señor Kimble, era mi deber. Además ayudar a otros, ya es una recompensa en sí.” Dijo algo sonrojada.

-“Aun así.” Continúo Kimble. “Aquí tiene mi tarjeta, por favor en cualquier cosa que pueda ayudarla por favor comuníquese.” Dijo pasando la tarjeta de visita. Mirando la forma en que Linda se sorprendía.

-“Vive en la mansión Noroeste?”

-“Si tanto el señor Ritter, digo Jason, como yo somos parte de los empleados domésticos de la mansión.” Viendo la cara de extrañeza en la joven agrego. “Ambos somos mayordomos en la mansión.”

-“Un par de días pesados no?” Dijo al recordar los rumores del caos de la fiesta de la noche anterior.

-“A veces el trabajo se pone, como podría decir… interesante.”

Luego de asegurarse que Linda no necesitaba que la llevara a su casa y de despedirse de la paramédica. Kimble tomo el camino de vuelta a la mansión. Recordando que, afortunadamente, los señores no volverían hasta el lunes. Saludo al servicio nocturno, y se fue a su habitación. Antes de acostarse reviso su reloj eran casi las 4 a.m. y para las 5 debería empezar a preparar la casa para un nuevo día.  Al parecer la Señorita había llegado a ‘esa’ edad y, lo peor, la causa era el chico mas… inquietante del pueblo, si bien no parecía un mal chico, tenía la mala costumbre de atraer problemas. Pero tampoco podía negar que, desde que conocía a la Señorita, no había visto sonreír tanto y de una manera tan hermosa como desde la gala del día anterior. Y sabía que eso querría decir que tendría que cuidar más a la Señorita, mientras la ayudaba a soportar a sus propios padres. Aunque estaba tranquilo por la salud de Ritter, tendría que pasar unos días en el hospital, eso le dejaba sin su mano derecha por un tiempo. Si a veces el trabajo se ponía interesante.

Continuara.

Para algunos el verano no es la época para disfrutar, pero para otras personas esos meses significan mucho más. Un punto en la vida donde se marca un hasta aquí, y sabes que ya la vida no será igual, que nada será igual. Mas en ese aparentemente aburrido y normal pueblo de Oregón llamado Gravity Falls.
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